Abril 29 de 2011

Recuerdo despertar y ver esa mirada tan ignota y distante y al mismo tiempo conocida, curiosa y afable; al despertar también me inundaron dudas sobre mi existencia, mi aspecto, mi ser, este ser que por alguna razón se siente tan extranjero al que se supone es. 
La dueña de esa mirada característica era Victoria, mi gran amiga y tutora quien tenía un trastorno emocional, que a veces la hacía pasar por rara entre los suyos y otras solo era objeto de burlas, ella que escuchaba murmullos que la referían como "dramática", "llorona", "histérica", "bipolar" ese último, por el cielo que lo odiaba, se burlaban de ella con el único termino acertado, sin ellos saberlo, claro. Ella que solo anhelaba apoyo sincero decidió distanciarse de los de su especie y recurrir a mí.
Corrían los años 40, si, 2040, el auge de los ELM, ¡los primeros robots que además de servir en el hogar también compartían sentimientos, querían y entendían a sus “dueños”! (parecido a las relaciones humanas, pero sin la crítica destructiva y prejuiciosa, lo cual era muy añorado); como resultado del trasplante de un cerebro humano a un prototipo de robot antropomorfo; estos cerebros fueron donados por personas que esperaban conocer un futuro mejor.
Victoria me llamaba Clarita, decía que mi nombre era Clara, no recuerdo, mi cerebro presento alteraciones en el tejido que dieron paso a una amnesia retrograda a causa del proceso criogénico, es decir, no recuerdo mi vida pasada, no sé por qué causas fallecí, o por que decidí congelar mi cerebro, sólo sé que mi vida junto a Victoria era buena, ella me enseñó a conocer el mundo a pesar de no poder responder mis preguntas y atesoró mi compañía cada segundo, mientras yo entendía y cuidaba sus crisis anímicas. Cada día era mejor y más vivido para mí, Victoria me mostraba sus fotos de niña y me contaba lo mucho que añoraba una charla con sus padres, para contarles sus logros y alegrías.
Esos bonitos tiempos no duraron mucho, en 2055 y con 47 años un choque automovilístico la separó de mí, no pude entender por qué la vida fue tan injusta conmigo, necesitaba de ella, nuestra compañía me hacía sentir más persona que máquina, aun en esta casa vacía no logro explicarme este sentimiento desolador, ¿por qué no me fue permitido compartir más tiempo con ella? A mí una máquina que nunca morirá, no deseo esta inmortalidad sin ella y mucho menos después de los hallazgos relativos a mi identidad.
Ciertamente después de socavar en la casa que Victoria al fallecer dejó a mi cuidado, encontré registros e identidades:
"…Clara Tanino, la reconocida neuróloga, que dedicó la mitad de su vida al estudio de la inminente funcionalidad futura de la inteligencia artificial, muere por un brote viral el pasado 27 de abril; bien conocía la comunidad científica el destino de su cerebro, así como la petición de que su única hija Victoria Gio Tanino, quien actualmente tiene 2 años sea quién la despierte aproximadamente en 2030… "
Citaba el periódico de abril 29 de 2011.
Sara Martínez Romero
Cuento
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Cuento

Cuento realizado para concurso de cuento corto de la facultad de psicología en el año 2017, el tema orientador era la tecnología y su relación co Read More

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