En 2015, personas afectadas por la construcción de la represa hidrosogamoso en Santander, decidieron salir a protestar por el detrimento de su calidad de vida: rupturas familiares, nuevas enfermedades asociadas al agua estancada, malos olores, detrimento del ecosistema, pérdida de trabajo, entre otras, llevaron a cientos de familias a congregarse y caminar más de setenta kilómetros hasta la capital del departamento.
Este proyecto da cuenta de la lucha dada por mujeres y hombres campesinos y pescadores, que vivieron seis meses con sus familias a la intemperie en un parque público de la ciudad, para exigir el respeto de sus derechos básicos.
A 2020, los gobiernos de turno y la empresa ISAGEN no han cumplido lo acordado.