Sólo una de cada mil llega a la edad adulta, pues cuando nacen se ven expuestas a distintos depredadores, que van desde otros animales, hasta nosotros mismos, los seres humanos, ya que recogemos sus huevos o las cazamos para obtener carne o su caparazón, además de la captura incidental en las pesquerías de palangre, la contaminación de las aguas y la destrucción de sus hábitats. En este cartel quise representar este hecho, la mayoría no sobrevive. Claramente tenemos dos conjuntos, el del las tres tortugas rojas boca arriba, son aquellas que han perdido la vida por las amenazas existentes y la tortuguita verde que se encamina hacia el mar en la esquina superior izquierda, es una de las pocas sobrevivientes. El color rojo está ligado a la violencia y junto con el fondo negro, se entiende que es una zona de peligro, de alarma y muerte. Por otro lado, el verde es la vida y el azul del mar, la calma, la protección, seguridad y paz. Esta tortuguita verde se diferencia de las demás porque ha desviado su camino y sigue viva aún. El que las tortugas rojas se encuentren boca arriba, se entiende como la incapacidad de tomar acción y es la posición del haber sido sacrificado, de estar dormido o haber fallecido.