Esta propuesta resignifica el rol de un Dios categorizado en versiones estereotipadas y naturalizadas, que van desde atributos dominantemente históricos y culturales. Así, el proyecto describe la versión femenina de Dios por medio de representaciones metafóricas tomadas del diseño de su creación.

El Salmo 121 representa la esencia y el carácter de un creador que cuida y protege con atención a su pueblo,  quizás como una madre que se desvela por atender en amor y en  atención: no duerme, sus ojos están atentos al menor movimiento y  su corazón continuamente se alegra.

La tipología de las imágenes presenta un juego de conceptos entre lo orgánico de las manos, la  naturaleza de las flores que se pretenden mostrar  y que contrasta con  la fuerza que describen los gestos y las texturas de las mismas para mostrar la  dulzura de Dios, que puede ser palpable en la cotidianidad, en lo humano de su ser.